El pasado 10 de abril la Universidad de Cambridge anunció la muerte de Robert Edwards, a los 87 años de edad.

Nacido en 1925, Edwards estudió en la Universidad de Gales y en la de Edimburgo, donde se licenció en biología en 1955. Poco después comenzó a interesarse e investigar en el campo de la reproducción. Trabajó en el National Institute for Medical research de Mill Hill en Londres antes de pasar a colaborar, en 1963, con la Universidad de Cambridge.

El Dr. Edwards fue conjuntamente con Patrick Steptoe, muerto en 1988, el impulsor de las técnicas de Reproducción Asistida. Gracias a su dedicación y trabajo, nació en 1978 Louise Brown el primer ser humano concebido in vitro.

Gracias a las técnicas derivadas de su trabajo han nacido en el mundo más de cinco millones de niños, según calcula la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE).

La fecundación in vitro inicialmente fue una técnica concebida para superar determinadas patologías que provocan esterilidad femenina y abrió la puerta a toda una serie de nuevas tecnologías asociadas que, por el hecho de poner a nuestro alcance los gametos y embriones humanos, han permitido modificar conceptos que hasta entonces tomábamos como inmutables.

Por estas razones, y por los cambios que en nuestras vidas han conllevado, le fue otorgado en 2010 el Premio Nobel.

En el terreno científico, Robert Edwards fue el fundador de la European Society of Human Reproduction and Embryology (ESHRE), que agrupa a la mayoría de investigadores que trabajan en el campo de la Reproducción Humana tanto a nivel europeo como mundial. Así mismo, fue fundador de la prestigiosa revista Human Reproduction encargada, junto con otras, de la difusión de los numerosos avances científicos y médicos que durante estas décadas se han producido en este campo de la biomedicina.

En la actualidad, las técnicas de reproducción asistida no solo sirven para esquivar problemas de infertilidad. Además de dar vida, también evitan la transmisión de enfermedades incurables. Como en los procesos de selección genética de embriones para descartar aquellos afectados por patologías que no tienen tratamiento y así implantar en la madre los sanos, y cortar la cadena de transmisión de la enfermedad de padres a hijos. O incluso salvan vidas. Es el caso de las técnicas en las que se eligen los embriones concebidos in vitro que cuentan con los factores de compatibilidad que permiten que el bebé, una vez nacido, pueda servir de donante de médula de su hermano.

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