En el mes de julio se conmemoraba el 40 aniversario de Louise Brown, el primer bebé probeta del mundo, y según los datos aportados en Barcelona durante el congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología, se estima que desde entonces han nacido unos ocho millones de personas en el mundo mediante técnicas de reproducción asistida. Los datos europeos de 2015 registran casi 800.000 ciclos y 157.449 nacimientos. España se mantiene como el país más activo en reproducción asistida de Europa, con un récord de 119.875 ciclos de tratamiento efectuados en 2015. La tasa de embarazo tanto de con la inyección intracitoplásmica de espermatozoides (ICSI) como con la FIV se ha estabilizado en un máximo del 36 por ciento. Y aunque van disminuyendo, los embarazos gemelares alcanzan el 14 por ciento del total.
Un artículo conmemorativo del aniversario publicado en Nature comentaba que la reproducción asistida no ha dejado de generar controversia en estas cuatro décadas: miles de embriones descartados, elección del sexo, bebés de diseño, tanques repletos de embriones congelados con un futuro incierto, señoras de 60 años que deciden ser madres, gestaciones subrogadas, investigación con embriones…
La web Stat News en otro artículo se adentraba en el lado oscuro de un negocio con un marketing muy agresivo, clínicas con escasos controles y que exageran sus tasas de éxito a fin de competir por una clientela angustiada por sus deseos de ser padres y madres. Más adelante en el artículo se hacía referencia a la falta de transparencia de las técnicas y que las clínicas hacen un penoso trabajo al explicar las opciones. Para su autora lo que se necesita es una mejor supervisión, garantías más sólidas para los pacientes, incluida una atención más compasiva para quienes afrontan los ciclos de FIV fallidos, y una mayor transparencia sobre los riesgos y las limitaciones de las técnicas de reproducción asistida.
Es sabido que la reproducción asistida tiene riesgos y complicaciones relacionadas con el embarazo y defectos de nacimiento, parto prematuro, bajo peso al nacer y restricción del crecimiento. Sin embargo, los datos disponibles a largo plazo muestran que los niños fecundados in vitro tienen funciones sociales, emocionales, cognitivas y motoras normales y no suelen presentar mayor riesgo de cánceres infantiles que los demás. Pero, aunque para muchas familias este niño es su bebé milagroso, es irresponsable no informar de los riesgos, tanto conocidos como desconocidos, desde el principio, y ciertamente antes de la transferencia de embriones.
Fuente: Diario Médico – Publicación semana del 3 al 9 de Septiembre de 2018.