Representantes de la comisión Central de Deontología Médica de la Organización Médica Colegial (OMC), en el pasado IV Congreso Nacional de Deontología Médica sobre Nuevos retos del humanismo en la práctica médica, realizado en Málaga, han señalado que legalizar la maternidad subrogada o el vientre de alquiler supondría la aprobación de la mercantilización de la vida y considerar al recién nacido como un producto más de una transacción económica. Una cuestión contraria a la ética médica y atenta contra la dignidad de la mujer.

Los expertos están convencidos de que disponer del cuerpo de las mujeres lesiona gravemente su autonomía y limita muchos sus derechos. La dignidad de la mujer y el interés superior del menor son dos derechos inviolables.

Este tipo de maternidad en su modalidad comercial o lucrativa, en la que media la compensación económica, atenta contra la dignidad de la persona tanto de la madre subrogada como de la futura descendencia; por lo que es totalmente inaceptable desde el punto de vista ético y deontológico.

Si bien no son situaciones totalmente análogas, al igual que sucede con la donación de órganos, solamente podría ser considerada desde un punto de vista deontológico la gestación por sustitución altruista con una serie de condicionantes.  Entre otros, que hayan fracasado previamente las técnicas de reproducción humana asistida, transferencia genética a la descendencia o adopción de embriones; que se asegure un consentimiento informado totalmente correcto en la madre subrogada, y que ésta haya tenido descendencia previamente.

Existen también estudios científicos que avalan la existencia de vínculos biológicos y afectivos entre embarazada y embrión/feto con transferencia, incluso de material genético del feto a la madre y de células fetales que perviven para siempre en la progenitora.

No se debe perder de vista que a los riesgos de los daños físicos propios de un embarazo y del tratamiento hormonal necesario para la implantación de un embrión deben añadirse los potenciales daños psíquicos, destacando la depresión postparto y los trastornos adaptativos agravados por la falta de compensación de la compañía del recién nacido.

El acto médico debe significar la solución de un problema sanitario y no debe colocarse al servicio de deseos personales; la persona es un fin en sí misma y no debe hacerse aquello que atente contra su dignidad.

Fuente: Diario Médico.  Publicación del 24 al 30 de abril de 2017.