Ucrania, Rusia y Georgia son países donde es posible alquilar un útero. Estas transacciones están prohibidas en países como Francia, Alemania, Italia, Portugal y España y de forma altruista se permiten en Canadá, Grecia, Dinamarca Reino Unido y Australia. En Estados Unidos, las regulaciones varían en cada estado. La India, durante años paraíso de este negocio, lo va a prohibir salvo para parejas heterosexuales autóctonas, al igual que Nepal o Tailandia, que decidió cerrar las puertas a los extranjeros tras varios casos polémicos.
Desde que el fenómeno de la subrogación comercial se inició a finales de los años setenta, ha estado surcado de escándalos y abusos. Dese el caso Baby M en el que la madre cambió de opinión y se vio obligada a entregar a su bebé al multimillonario japonés que compró 16 niños de diferentes clínicas tailandesas, una madre subrogada en Estados Unidos que murió o padres que se niegan a aceptar a un niño discapacitado o que obligan a la madre a abortar.
En vista del enredo jurídico, ético y social, la socialdemócrata Suecia decidió hace un año prohibir esta práctica, tanto comercial como altruista. En ello han influido notablemente los movimientos feministas, como el italiano Se Non Ora Quando o el francés Coordination Lesbienne, a los que en España se unieron medio centenar de organizaciones, como el Partido Feminista y No Somos Vasijas, englobadas en al Res Estatal contra el Alquiler de Vientres, pues consideran que la gestación subrogada vulnera los derechos de la mujer y del niño; en una extraña confluencia se suman sí a postulados católicos y grupos provida.
A diferencia de la adopción, cuyo fin es proteger el interés del niño cuyos padres biológicos no pueden o no quieren atenderlo, el fin de la subrogación es concebir un niño para satisfacer los deseos de los adultos. No significa que sea necesariamente menos ética que la adopción, pero requiere una esmerada vigilancia para proteger el interés del niño.
Cada embarazo subrogado es un embarazo de alto riesgo, declaraba el año pasado Anita Soni, ginecóloga que reclutaba mujeres para este fin el hospital Hiranandani de Mombay. En un estudio que hizo sobre 900 partos subrogados en la India concluyó que los riesgos fueron típicos de mujeres pobres que han tenido varios embarazos, como hipertensión y anemia. Gracias a la implantación de varios embriones que permite la legislación india, el 42% de las subrogadas tenían nacimientos múltiples con el riesgo de prematuridad y del 68 al 70% nacían por cesárea. El riesgo de explotación es muy alto entre las mujeres de estos países, que cobran unos 3.000 dólares por embarazo. Por su ignorancia y necesidad económica, apenas hacen una elección informada ni se les protegen sus derechos en el proceso de subrogación.
Fuente: Diario Médico. Publicación del 24 al 30 de Abril de 2017.