El hallazgo de que la primera gestación produce cambios estructurales duraderos en el cerebro de la madre, descubrimiento español publicado en Nature Neuroscience, muy posiblemente para potenciar la capacidad de protección y relación de la madre con su bebé, ha abierto nuevas líneas de investigación que podrían derivar en más innovadores hallazgos e implicaciones.

 

La Doctora en Neurociencias Susana Carmona, codirectora, junto con Oscar Vilaroya, director de la Unidad de Investigación de Neurociencia Cognitiva de la Universidad autónoma de Barcelona, comentan que de los ya observados cambios estructurales en el cerebro, con los estudios de resonancia magnética también se puede comprobar si hay variaciones en la funcionalidad del cerebro y en la conectividad neuronal.

 

Los equipos de Carmona y Vilaroya comenzarán a trabajar repitiendo el diseño longitudinal del primer trabajo: evaluación pregestación y comparación del cerebro en ese momento con el cerebro posgestación. Los análisis se realizarán también a los dos años. Una vez caracterizados los cambios estructurales, las nuevas mediciones aportarán datos sobre qué se produce en la funcionalidad y en la conectividad ante diferentes estímulos.

 

El segundo punto es medir la asociación entre las hormonas y los cambios estructurales en el cerebro. Numerosos estudios han constatado que la acción hormonal es capaz de modificar el cerebro, potenciar las sinapsis y cambiar la estructura del cuerpo de la neurona, entre otros aspectos. El objetivo es visualizar cambios y su correlación con aumentos hormonales, fundamentalmente de estrógenos y progesterona.

 

 

Aplicación clínica: Prevenir la depresión posparto

 

Los resultados del primer estudio como los que se esperan recolectar, puede tener una aplicación práctica, fundamentalmente dirigida a comprender el cerebro de mujeres con patologías relacionadas con el posparto: depresión y ansiedad posparto.

 

La investigación pretende esclarecer si los cambios cerebrales estructurales, los derivados de la funcionalidad y la conectividad, en realidad protegen o previenen patologías asociadas a la depresión posparto. La justificación se sustenta en que las variaciones se asocian a un mejor vínculo con el bebé. Cuantos más cambios se producen en el cerebro materno, más placer de interactuar y menor hostilidad hacia el bebé.

 

Sin embargo, cuando las madres contemplan imágenes de sus bebés, las regiones que se activan son las mismas que las que se observan los cambios estructurales en el cerebro, lo que está anunciando que éstos son importantes para preparar las transformaciones conductuales maternales que se aprecian después de la gestación. Una de las teorías es que, cuando las variaciones no se producen, suelen aparecer las patologías relacionadas con el posparto. Confirmar esta relación facilitaría la implantación de una adecuada ventana de tratamiento.

 

Fuente: Diario Médico.