En la semana 20-22 de la gestación se realiza la ecografía morfológica del segundo trimestre, por ser este momento cuando se hacen expresivas la mayor parte de las malformaciones fetales (60-70%). Si esta es normal, supone un gran alivio para los padres, sobre todo, si en gestaciones previas estos han tenido un hijo con algún problema.

En la actualidad, gracias a los modernos equipos de ultrasonografía se pueden diagnosticar desde hallazgos que se pueden considerar anomalías leves o variaciones de la normalidad y no van a tener repercusión clínica ni sobre el feto ni sobre niño-adulto, hasta malformaciones “mayores” propiamente dichas. Estas malformaciones “mayores” pueden ser estables (no se modifican a lo largo del embarazo y su pronóstico no se modificará tras el diagnóstico) o evolutivas (como su nombre indica pueden modificarse a lo largo del embarazo y el pronóstico dependerá de su evolución).

Pero básicamente y para resumir existen:

1. Por una parte las anomalías que se diagnostican prenatalmente y se pueden tratar intraútero. (Ej: Síndrome de transfusión feto fetal, derrames pleurales, anemia fetal…).

2. Por otra parte anomalías o malformaciones que aunque no se pueden tratar intraútero, sí se beneficia el recién nacido de un diagnostico prenatal (Cardiopatías ductus-dependientes: Transposición de grandes arterias, tetralogía de Fallot…).

3. Y finalmente malformaciones donde el feto no se beneficia de forma directa de un diagnóstico prenatal, pero sí permite a los padres por una parte la asimilación del problema y por otra que el nacimiento y el seguimiento del niño se realice en un centro hospitalario de nivel III.

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