Una vez identificados los microARNs alterados se pueden diseñar terapias biológicas que los inhiban.
Investigadores del Instituto de investigación Sanitaria del Hospital Clínico de València-Incliva y de la Universitat de València han participado en un estudio en el que se han descubierto dos biomarcadores –micro-ARNs– que identifican a las mujeres que tienen riesgo de sufrir osteoporosis y fracturas óseas. Los resultados del proyecto de investigación han sido publicados recientemente en la revista internacional «Scientific Reports».
El coordinador del grupo de investigación de Incliva en genética de la osteoporosis y profesor del Departamento de Genética de la Universitat de València, Miguel Ángel García-Pérez, en colaboración con el catedrático y jefe del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Clínico de València, Antonio Cano, llevan años estudiando la osteoporosis en las mujeres.
Tal y como ha explicado García-Pérez, «los micro-ARNs participan en diversos procesos de regulación génica, y juegan un papel clave en diversos procesos biológicos, tales como proliferación celular, diferenciación y apoptosis (forma controlada de muerte celular). Actualmente se están convirtiendo en marcadores biológicos muy útiles ya que, si al analizar su presencia alguno no está dentro de los niveles habituales, alertan al médico de que existe un problema. Hoy en día hay miles de ARN ya identificados y caracterizados».
El grupo de investigación que dirige García-Pérez ya había publicado un trabajo en el que compararon en suero (sangre) un conjunto de micro-ARNs entre mujeres que habían sufrido una rotura ósea y las que no. «Identificamos tres mARNs (miR-122-5p, miR-125b- 5p, y miR-21-5p) que estaban elevados en las pacientes con fractura ósea. Es especialmente significativo el caso de uno de ellos, el llamado miR-21-5p, que se expresaba como un marcador independiente de la edad».
García-Pérez ha señalado que, tener identificadas a las pacientes con un mayor riesgo de sufrir una rotura ósea, «es especialmente importante para poder realizar una medicina preventiva eficaz ya que entre las mujeres que sufren una fractura de cadera la esperanza de vida disminuye sensiblemente, así como su calidad de vida». «La mortalidad en el primer año tras una rotura de cadera alcanza al 30% de las pacientes», ha explicado.
Profundizando en esta línea investigación, y en colaboración con Cano y personal de otros centros hospitalarios españoles, se ha llevado a cabo un estudio para analizar distintas variantes genéticas en genes que tienen importancia en el comportamiento de los huesos. En él han participado en él 2.183 mujeres postmenopáusicas de toda España, a las que se les ha realizado una densitometría de cuello femoral y de columna lumbar y un estudio genético.
Los resultados identifican dos variantes en genes de microARNs asociadas a densidad mineral ósea de cuello femoral o cadera. Aquellas mujeres con variantes asociadas a mayores niveles de los dos microARNs, también tenían un peor estado óseo y, por lo tanto, mayor riesgo.
A juicio de Miguel Ángel García-Pérez, la utilidad actual es disponer de biomarcadores fiables que señalen que mujeres están en riesgo de cara a poder adoptar medidas preventivas eficaces, tanto a nivel de tratamiento como de seguimiento.
Además, ha señalado que, una vez identificados los microARNs alterados en la osteoporosis y fractura ósea, las investigaciones se pueden centrar también en diseñar terapias biológicas que los inhiban y así evitar la pérdida ósea.